Cyndi Lauper: el color, el caos y el compromiso
Hay muchas cantantes que venden millones de discos, otras muchas que tienen Grammy’s y muy pocas a las que tres décadas de música y estilo excéntrico, les hayan hecho merecedoras de una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.
Hay muchas cantantes que venden millones de discos, otras muchas que tienen Grammy’s y muy pocas a las que tres décadas de música y estilo excéntrico, les hayan hecho merecedoras de una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Cyndi Lauper lo tiene todo, incluso eso.
Cyndi como otras muchas ha triunfado tras una infancia difícil. Hubo un momento que se internó en un bosque con su perro para vivir unos meses en soledad y saber que quería ser de mayor. Su pasión por la música le venía de antes, oía a las divas de la canción. Comenzó muy pronto a tener éxito. Y hubo un momento en que la voz de ocho octavas se perdió en el agujero negro de su garganta- perdió y la recuperó-. Y su voz de rata no le daba ni para comer.
Su look siempre ha sido potente. Y lo mismo se ha teñido el pelo de arcoíris para defender a los LGBT -tiene una hermana lesbiana- que para salir en los escenarios del mundo. Todo en ella es pura exuberancia pop: medias de red, un pañuelo de lunares, las uñas negras y el pelo de color rosa el color de las hadas, con estilo muy “lauper”. Y un recorrido en el que a veces ha conocido el abismo. Su padre desapareció y su madre trabajó de camarera por lo que la veía muy poco.
Ha tenido éxitos y fracasos y de esos momentos abisales salió con nuevas fuerzas pasando de nuevo a cantar bandas sonoras y dar conciertos de pop o de blues y vivir momentos excepcionales. Lauper fue la primera mujer en solitario en ganar un premio Tony a la mejor banda sonora original. Cuando se levantó para recogerlo en la ceremonia en 2013, rompió en sollozos. Las personas de la sala, especialmente sus colegas de Kinky Boots, eran su tribu. Ellos no se preocuparon por su acento metálico o el pelo de color rosa. Se abrazaron, a ella. “Aquí está esta gran familia,” dijo, “y yo soy una parte de ella.”
En su vida y alrededores todas las mujeres tuvieron vidas que habían sido cercenadas, limitadas y controladas. Lauper en sus canciones comenzó a hablar de ellas con lo que se supone una revisión feminista y alegre. Y tuvo su vídeo memorable convertido en la sensación de MTV. Toda su familia e incluso su perro contaron una historia de mujeres atrapadas. “Les di una voz”, dice Lauper ahora.
Desde entonces, ha vendido más de 50 millones de discos.
Lo cierto es que Cyndi, luego de alcanzar la cima en el 84, llegó el declive. Después de su participación musical en el film infantil Los Goonies, producido por Steven Spielberg, para el que compuso el tema The Goonies R Good Enough, presentó en 1986 True Colors. El sonido más moderado hizo que Cyndi perdiera fans. Ya nadie quería imitar su chaqueta hecha de recortes de diarios y posters. La búsqueda de Lauper tenía sus riesgos: además de incluir What’s going on de Marvin Gaye, el disco contaba con la colaboración de Pee Wee Herman, protagonista de uno de los primeros films de Tim Burton y artistas como The Bangles, entre otros.
Su posterior material, Bring Ya to the Brink, es música de discoteca, ultra mega bailable. Como diría Bandana: “Dance, dance, dance”. Y por ahí viene el asunto. Parece que la cantante fue a bailar con el actor queer Alan Cumming, un gran amigo suyo, y se dio cuenta de que necesitaba diversión en su vida.
La nueva -y muy rubia- Lauper aclara: “Me cansé de las cosas viejas, de las canciones viejas; quería nuevos tiempos y cosas nuevas. Energía.” Para llevar adelante el disco, armó una pequeña banda y reunió un grupo de trabajo, con nombres como los houseros Basement Jaxx, Digital Dog (de la escena clubbing) y otros artistas como Kleerup y Dragonette.
Tuvo su momento de nueva imagen sobria y moderada, a mil kilómetros de la chica-que-quería-divertirse en el 84. Ella da su explicación: “decidí vestirme de negro pensando que así iba a pasar inadvertida. Ahí descubrí que cuando uno es joven ser excéntrico es adorable, pero cuando uno es mayor lo que era adorable se torna medio terrorífico. Lo que no fue malo: como la gente me tenía miedo, pude vivir tranquila. Ahora quiero volver.”
Madre de Declyn, de unos 12 años, hace unos años contaba que iba a los partidos de hockey de su hijo sin “disfrazarse” de rockera, claro. Habiendo probado todo tipo de terapias, su joven adultez la encuentra tranquila. Entre sus innovaciones terapéuticas, afirma: “seguí terapias bobas con cristales y ozono. Hice terapia hasta con electroshock. Después empecé a bailar danzas de espíritus con mi entrenador, por lo menos eso era divertido”.
Ahora es un momento en que la vida de Lauper está cerca de una más que amigable “ausencia de gran éxito”, al menos en lo profesional. Sigue estando muy activa con películas, televisión y series. Su amiga Yoko le invitó al homenaje a Lennon, tocó con Roger Waters, y se casó. Así se mantiene: con las manos en el disco de la vida, activa y bailable. Y, como el sol, aunque a veces no la veamos, Cyndi siempre está.