He visto cosas que no creeríais. A festivales que, tras años fotocopiando el cartel sin dar acceso a nada que se salga del librillo de lo aceptado por la opinión pública, sacar la billetera y decidir que, tras casi veinte años siendo el género más escuchado, ya era hora de que Bad Bunny o J Balvin se colasen entre actuaciones de iconos de la música de guitarras anglo.

A señores (casi siempre son señores) críticos que, tras años escribiendo en bucle sobre los nuevos discos de Nick Cave & the Bad Seeds, Sonic Youth o Bill Callahan, de repente abrazaban la obra de Bad Bunny. A oyentes que, tras años escuchando en privado y con la sesión de Spotify oculta sus temazos favoritos de reggaetón, empezaron a perrear a cara descubierta en la boda de su cuñado, en la discoteca de turno o en una Zoom Party esta cuarentena.

Hoy día, hasta cantautores de radiofórmula, grupos de rock y hasta iconos de la electrónica han incorporado la cadencia rítmica, las texturas de la producción o las estructuras formales del reggaetón, y la omnipresencia de este género, aunque es una fantástica noticia para romper con los estándares occidentalizadores y anglófilos de la música global, quizá necesita que haya otras tendencias que disputen el trono. Y si proceden de las periferias, más que mejor.

Aunque puede que a la omnipresencia del reggaetón todavía le queden algunos coletazos por dar, la sensación es que incluso los popes del género necesitan relevo. En ese juego de futurología o barbarie, sacamos nuestra bola de cristal y decidimos repartir diez fichas de diez tendencias musicales que puede que nos ayuden a responder aquello de: “y después del reggaetón, ¿qué?”.

DEMBOW: ACELERA ESE REGGAETÓN

Debería ser el relevo natural del reggaetón. Dos géneros surgidos prácticamente a la vez, pero el dembow con una historia que lo acerca tanto al dancehall como a la música electrónica más hard-tech. Tras varios años militando los suburbios de la música latina de baile más suburbial, en los últimos años ha conseguido lo que necesitan todas las tendencias para globalizarse: referentes.

Artistas como El Alfa, Kiko el Crazy, El Fother o Químico Ultra Mega están expandiendo el dembow y es manera casi de trabalenguas de entonar los estribillos por todo el globo terráqueo, y el ritmo frenético y mecánico, casi de machetazo de baile, sería una conquista más para el perreo más animal de las discotecas.

URBANTRÓNICA: NI TRAP, NI BAKALAO, NI TODO LO CONTRARIO

Del mismo modo que ha pasado con el cansancio que, en ocasiones, los propios iconos del reggaetón tienen con el género; en el trap lleva pasando lo mismo desde hace un par de años, cuando el giro de los referentes ha sido intentar acercarse a cadencias y estructuras más cerca del pop o incluso de la música electrónica.

En esta segunda tendencia es donde se ha dado con algo nuevo, que no tiene nombre pero que osaremos llamar ‘urbantrónica’. Ejemplos hay muchos, y sobre todo en la facción trapera iberoamericana. Nombres como los de C.R.O., Soto Asa, CA7RIEL, Paco Amoroso, Chico Blanco o YUNG PRADO dan buena cuenta de ello en algunos hits en los que no se sabe si son traperos, neobakalas o algo nuevo. Ya os lo digo yo, no os preocupéis: algo muy nuevo.

REVIVAL PUNK-POP: VUELTA AL SONIDO DE PIGNOISE Y DESPISTAOS

No sabemos si tendrá algo que ver el regreso de “Física o Química” a las pantallas, pero algo que parecía casi testimonial en el circuito alternativo español, está cobrando una expansión enorme.

Aquel sonido marcado por la generación MTV de finales de los años ’90 y principios de los 2000; aquella era en la que Blink-182, Avril Lavigne o Simple Plan marcaban el sonido del pop de guitarras por la vía del punk menos contestatario, tendría en España a referente como Pignoise, Despistaos o incluso una época de El Canto del Loco.

Bueno, pues ahora es a través de Aitana (la artista española más escuchada del año) y también de ciertos ramalazos que han dejado entrever artistas de circuitos tan diferentes como Alizzz, Go Roneo, Marmi o La La Love You, entre otros y otras, dejan la puerta abierta a que volvamos a (musicalmente hablando) pintarnos mechones, usar pantalones cagaos, cinturones con tachas o piercings.

EL JAZZ ES LA NUEVA MÚSICA ALTERNATIVA

El boom del nuevo jazz británico ha puesto a circular una tendencia, la del jazz, que siempre ha tenido su circuito propio, pero que pocas veces ha conseguido penetrar en otros. Puede que la mirada de jóvenes nacidos en su gran mayoría en los años ’90, y cuyo marco de referencias no sea únicamente del circuito más docto del jazz, ha llevado a que artistas como Ezra Collective, KOKOROKO, Kamaal Williams, Nubya García, Alfa Mist, Nérija o Kamasi Washington, entre otros, estén marcando la agenda de tendencias sonoras; y se los entienda tan cerca de la música alternativa como de la música de guitarras, los sonidos fusión, la nueva electrónica y lo que viene después del r&b y las músicas negras. Todo en uno.

K-POP: EL FILÓN QUE NO VIO KIM JONG-UN

En Asia son muchos, eso ya lo sabemos. Pero, hasta hace bien poco, lo que pasaba en Asia parecía que se quedaba en dicho continente. Ya no. Quizás el Corea del Norte sí, pero en Corea del Sur lo que era un género local de música pop denominado “k-pop” está marcando la agenda de la industria discográfica en todo el mundo.

La culpa la tienen boybands, girlgroups y solistas como BTS, TWICE, BLACKPINK, ITZY, NCT Y, GFRIEND, LEE SUHYUN o LOONA, entre muchos otros y otras: artistas con unas cifras de infarto, que replican patrones del boom de finales de los ’90 que capitaneaban artistas como Backstreet Boys, Spice Girls, Britney Spears o Christina Aguilera. Un modelo de Occidente con base en Oriente que está sirviendo para estirar una fórmula prácticamente olvidada, pero que resurge como un Ave Fénix de la industria del pop a nivel global.

DÉJALOS LLORAR: ¿VUELVE EL EMO?

A principios de siglo, y casi como un encuentro de las derivas del grunge, la filosofía straight edge de cierta ala de la música alternativa, la mercadotecnia de la industria discográfica encontró en nombres como los de My Chemical Romance, Fall Out Boy, HIM, Panic! At the Disco o Paramore, entre otros, como bastiones de lo que se llamó “música emo”: canciones de tonos grises, con una nostalgia y una bajona importante adherida a la lírica, y un sonido que llevaba las mencionadas derivas grunge a una tónica más pop y radioformulera.

Ahora, parece que vuelve. Y de maneras muy diferentes. Pero son, sobre todo, las facciones dentro de la música urbana las que están consiguiendo recodificar ciertos códigos de aquel movimiento. Ejemplos hay a patadas.

En España podemos destacar a artistas como Ghouljaboy, Rojuu, GOA, KolomB o Dafresito, prácticamente todos escorados dentro de La Vendición, sello de referencia de un trap de tonos cada vez más oscuros; pero nombres como los de BABI, PUTOCHINOMARICÓN o Megansito el guapo también recuperan algo de aquella estética.

En Estados Unidos, donde se establecieron los cimientos de aquel movimiento lustros atrás, podemos dar con nombres como Yung Denari, nothing,nowhere., ericdoa o Lil Raven los que están reinventando el emo por la vía de la música urbana. Pero hay muchos otros, como James Ivy, WASTEDJU, daine o phem, que sacan la guitarra y el pedal MetalZone del armario para dar nueva vida a uno de los movimientos-tendencia.

POP EN REALIDAD AUMENTADA: AVATAR IDOLS

Hace unas semanas hablamos en “¿Qué onda?” sobre esta tendencia cada vez más en boga: artistas cuyo hábitat natural es internet, y a quienes muchas veces ni siquiera se les conoce la cara; pero que, además, su propuesta artística tiene muchos matices de nativo digital, muy apegados al cyberpop y a la utilización de mecanismos digitales.

Son artistas que, si bien han crecido como nativos de la sobreexposición de su imagen, acostumbrados a que las redes sociales se hayan convertido en las pantallas donde emitir nuestro particular reality show; prefieren escudarse detrás de avatares, disfraces o dibujos. Y no por ello su alcance es menor: todo lo contrario.

Del mismo modo que en décadas anteriores artistas como Daft Punk, Kiss, Kraftwerk o Alice Cooper decidieron escudarse en la creación de personajes que no respondían a su estética natural; hoy encontramos en nombres como los de BABI, Bizarrap, JACKIE EXTREME o Meth Math una vía para una corriente artística que los transforma, a la vez, en iconos y en personalidades aptas para Cuarto Milenio.

BEDROOM POP: A LO LOCO Y EN PIJAMA

Ha sido un buen año para ser artista de bedroom pop. En un 2020 en donde permanecimos encerrados y en donde el pijama ha sido una extensión natural de nuestra piel, un movimiento que llevaba al menos dos años expandiéndose en territorios tanto cerca de la órbita de la música de autor como del pop alternativo como incluso de la protección de las playlists editoriales de plataformas digitales, ha tenido el contexto perfecto para que se lo entienda.

La gran mayoría son artistas solistas, que se graban en su habitación con herramientas de uso libre, y cuya música responde a las condiciones de grabación doméstica: poca estridencia, sinuosidad interpretativa, una lírica en la que siempre rodea esa idea de confesión habitacional y, sin embargo, melodías pop absolutamente universales y transversales.

Desde el boom de Billie Eilish de hace unos años a la expansión de artistas como Omar Apollo, Victor Internet, Katzù Oso, Gus Dapperton o, en España, con Sebastián Cortés, Dani, Mori, Rusowsky, Rebe, Chill Chicos o Daniel Sabater, entre otros, cada vez son más habituales los artistas que, sin salir siquiera al balcón, proyectan un mundo interior de alcance global.

MÚSICA DE TIERRA AFUERA: DECONSTRUIR LA TRADICIÓN

No es novedad que la música de raíz conectada con la música de vanguardia y hasta con cierta música estandarizada es una tendencia global. Mismamente el reggaetón puede entenderse de esa manera; y fenómenos como Rosalía, Nicola Cruz, Café Tacvba, Maldita Vecindad o Bajofondo, entre otros, demostraron que era posible rascar en la tradición de sus países y universalizarla para que su adherencia sea mucho más transversal.

Afortunadamente, esta corriente que tiene mucho de antropológico, de historiográfico y de sociológico, ha seguido evolucionando. Hasta tal punto que incluso en cada uno de los países, hay artistas recodificando y resignificando cuestiones de la música tradicional regional. En España mismo podemos ver cómo hay casos en Galicia (Baiuca), Asturias (Rodrigo Cuevas), Andalucía (Califato ¾), Aragón (Idoipe), Extremadura (Ruiseñora) o esa mirada ibérica que está aportando el sello Samain con sus recopilatorios.

Pero esto mismo es trasladable y reproducible a lo que pasa en México con Natanael Cano, Daniel, me estás matando, Zuaraz o Son Rompe Pera, en Chile con Rodrigo Gallardo, en Portugal con Branko, Nídia o PEDRO, en Colombia con Lido Pimienta, Ghetto Kumbé o Meridian Brothers, en Uganda con Nihiloxica y así un infinito etcétera que esperamos sea cada vez más infinito.

ÁFRICA VA EN BATA: EL NUEVO POP VIENE DE ALLÍ

Hace aproximadamente una década se había puesto el ojo en África… pero sin África. Artistas como Animal Collective, Vampire Weekend o El Guincho, entre otros, confesaban la influencia de la música africana, como años atrás lo habían hecho Damon Albarn, David Byrne, Ry Cooder o Paul Simon.

Pero, representantes de África que hayan conseguido penetrar de verdad en el circuito, más allá del componente exótico y del cupo al que aluden muchos festivales, pocos y testimoniales. Puede que eso cambie.

No solo hay una tendencia, sino que hay un género con cada vez mayor presencia. Artistas procedentes de países como Nigeria o Ghana que practican un pop que podemos emparentar con el r&b o con cierto tribalismo electrónico pero que, en realidad, tiene mucho más de desarrollo de algunos ritmos regionales africanos.

La gran mayoría mujeres, la gran mayoría de las canciones cantadas en inglés: nombres como los de DJ Spinall, Adekunle Gold, Omah Lay, Bella Alubo, Mayorkun, prettyboydo u Olayinka Ehi, entre muchos otros, están poniendo de manifiesto que otras narrativas, otras cadencias y otros matices son posibles para un pop que, esta vez sí, sea global.

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