Bailando con Lobos: Studio 54, New York
La música se detuvo finalmente en diciembre 1979. Un par de chicos de Brooklyn que crearon un monstruo y que a uno de ellos le destruyó.
En el Studio 54 se reunían todos y “todos” eran, desde modelos hasta leyendas como Truman Capote, Warhol e incluso una anciana Gloria Swanson. Nadie que fuera alguien, dejó de estar en la “disco”. No eras verdaderamente famoso hasta que no te desparramabas en los sofás del 54. Las puertas se abrieron el 16 de abril de 1977.
Rubell que era el socio “loco por los famosos” –el otro era el hoy afamado hotelero Ian Shrager– siempre buscó la perfecta combinación de blanco y negro, heterosexuales y homosexuales, algo que llamaba “el aliño de la ensalada” había tantos famosos que se atrevía a mandar a casa algunos que no vistieran lo que consideraba “cool” .
Cuentan que en la oficina del fondo llena de orquídeas, había superficies metalizadas dónde esnifar cocaína. Steve Rubell que vivía en un espacio minimalista- sí, entonces era el momento de ese estilo- era un escenario de orgías con caviar y esas ocasiones Warhol no olvidaba contar en sus diarios. Había quién llevaba la mercancía humana y el mayordomo no daba abasto a limpiar las manchas de los sofás tapizados.
El cumpleaños que Bianca Jagger celebró con una entrada triunfal de la modelo en un “caballo blanco” era metáfora de otros. “De pronto llegaban todas esas mujeres, Bianca, Liza, la Graham, la Peretti, y a su lado estaban los hombres más peligrosos de Manhattan”, contaba el mayordomo venezolano que dejaría una frase para la posteridad. “Me ordenaban cocinar todo el día y luego nadie tocaba la cena, porque no salían del baño”.
Studio 54 fue el reino de lo imposible dónde todo era posible. El país salía de una recesión y el Studio fue la última revolución social para cerrar el siglo XX. Era un lugar de culto dónde convivían lo sofisticado con lo vulgar. La noche alcanzaba su cénit cuando la figura de una media luna esnifando cocaína subía hacia el techo.
La jet se mezclaba y confundía con los chicos de gimnasio y en los sótanos dónde sucedía todo. El gran éxito del club de Nueva York siempre se ha atribuido a la primera regla de Steve Rubell: “la clave para una buena fiesta, está en llenar la habitación con clientes más interesantes que tú”. Y atraerlos con grandes regalos, se le olvidó decir.
En 1978, un año después de su transformación de teatro a club nocturno, Studio 54 había recaudado $7 millones y Rubell dijo “sólo la Mafia hizo más dinero.” En una ocasión dio a Andy Warhol un cubo lleno de dinero de regalo de cumpleaños.
Se cerró en 1979, después que el FBI acompañado de agentes de impuestos encontraran el dinero escondido por todos los huecos del club y eso que había muchos. La música se detuvo finalmente en diciembre 1979. Solo eran un par de chicos de Brooklyn que crearon un monstruo y que a uno de ellos le destruyó.
Rubell murió de hepatitis en 1989 y Sharger entró en el negoció de los hoteles boutique con los famosos Morgan’s, que vendió en 2005 por 400 millones de dólares. En el 54 se lanzó el perfume OPIUM de Saint Laurent y con ese nombre solo podía presentarse allí. El Studio 54 la discoteca más célebre con más famosos dentro, duró exactamente 33 meses.
Y pasó a la historia.