Cassandra Wilson: color y soledad del sur profundo
Coraje, perseverancia, fuerza son cosas que les unen.
Cassandra Wilson está considerada la sucesora de Billy Holliday, la revista TIME dice de ella que es la voz femenina más importante de nuestra época y The Guardian asiente. En este mundo dominado por las televisiones que ponen de moda a rubitas muy enérgicas pero que usan mucho playback, Cassandra es comida contundente, con muchas calorías. Wilson tiene un lado curioso: cree que su alma gemela podría ser Rafa Nadal, porque ganó Roland Garros el día que a ella le ordenaron saterdocisa de Oshun. Coraje, perseverancia, fuerza son cosas que les unen.
Wilson tiene una fuerza varonil con la sensibilidad propia de una mujer. “Cuando era joven me encantaban los juegos y deportes típicamente masculinos, aunque siempre yo les ponía mi toque de feminidad.” Exactamente igual que Billie Holiday, explica. “Tenía mucha fuerza masculina unida a esa cadencia tan femenina. Ella tuvo que portar la imagen estereotipada que todos conocemos porque fue explotada.”
La cabeza de Wilson está muy bien amueblada y sabe que el arte auténtico es un lugar en el que se está a solas. Comenzó en el jazz después de que su padre la regalase un disco de Miles Davis. “Para la creación artística hay que estar en soledad, sentir la tristeza, mirarte al espejo y ver que no hay nadie aplaudiéndote, explica.”
Cada canción es importante y es de esa gran disciplina del jazz de donde sale la voz porque aprendió escuchándo a los más grandes. Para ella cantar es un trabajo duro. Tocar mucho, aprender de los demás, trabajar con otros. Inspirarse en el mejor. Cassandra cuando llega al escenario todas las noches toca su guitarra y canta con disciplina unida con mucho sentimiento. No importa el género, sino la haberlo ensayado muchas veces.
Wilson no canta géneros sino que los atraviesa. Es una cantante recolectora, coleccionista de lo mejor. Busca opciones que le parezcan interesantes desde U2 a Nina, Billy, Miles, etc. Y trabaja para encontrar el feeling del compositor para unirlo al de ella, en ocasiones las hace más oscuras. Quizás porque también está convencida que llega la noche y se vuelve más negra. Su voz espesa, untuosa, ronca y a la vez aterciopelada, tiene todas las características de lo único e irrepetible. También está, por supuesto, esa manera de lograr que sus versiones funcionen, más que como repetición de canciones consabidas, como nuevas revelaciones.
Puede incluso ser capaz de cantar a Billie Holiday, Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Betty Carter o Abbey Lincoln y no quedar en desventaja. Mientras aparecen nuevas cantantes repitiendo lo mismo, en la mayoría de los casos lo que logran es apenas un show de hotel. Cassandra Wilson es la excepción más visible. Con sesenta y un años cumplidos el último diciembre, ella nunca fue una cantante de jazz común, ni siquiera cuando empezó. Esa puede ser la fórmula: sus arreglos crean casi un drama, porque su voz llena tanto espacio como una buena obra.
Creció con la música popular porque era lo que formó su adolescencia. Cantaba y tocaba la guitarra y aprendía de Joni Mitchell y Crosby, Stills, Nash & Young y Jackson Browne, tanto como lo fue Muddy Waters y Aretha. Y es que al final todo es música popular. Wilson en las últimas dos décadas, ha continuado ganandose a la gente, y su culminación fue, el galardón de la revista Time a la mejor voz femenina.
Nacida en el Mississippi, hija de un guitarrista y contrabajista de blues y jazz, Wilson fue encontrando, en los últimos años, un “sonido” que parece tener el mismo color del sur profundo. Si el jazz es un lenguaje que ha crecido en las ciudades, ella rescata su origen rural, donde la guitarra toma el lugar del piano y los bronces y en que el blues vuelve a ser cantado a la sombra de un árbol junto al río.
Dice con decisión: “fue absolutamente consciente. y la búsqueda de ese sonido es así. Nada se da sin pensamiento, sin análisis, sin dudas, sin retrocesos y sin meditar profundamente para poder avanzar. Y creo que en esta música, y más cuando se es mujer y afroamericana, el avance sólo puede llegar de un conocimiento muy profundo de las raíces. Yendo hacia atrás se va para adelante.”
Su cabeza también es profunda, amplia y con la sabiduría del artista que crea a partir de lo que aprendió. Imita por un lado y trata de ser original por el otro. Y la originalidad nace, justamente, en lo que conoce de sus antecesores.