Espérame en el Chelsea, vida mía
El Hotel Chelsea. Idilios, muertes, creación y vida: todo sucedía allí.
La dirección 222 West 23rd Street New York, NY 10011 en principio no dice nada, pero si aclaramos que es la dirección del que fuera mítico Hotel Chelsea de Nueva York estaremos hablando de uno de los lugares donde discurrió toda la contracultura de mediados de los 50. Idilios, muertes, creación y vida: todo sucedía allí.
En él Dylan compuso Sara, Cohen tuvo un idilio de dos noches con Janis Joplin -publicitado por Leonard en una canción-, Sid Vicius parece ser que se cargó a su novia, Arthur Miller vivió con Marilyn y con Inge Morath, y conoció a Valerie Solanas la que disparó a Warhol. Dylan Thomas, el gran poeta, murió en un mar del alcohol y en ese hotel no faltaron a la fiesta Patti Smith con Mapplethorppe, Frida y Diego Rivera, los Sartre-Beauvoir, los pintores Schnabel y Larry Rivers, Marianne Faithfull y otros muchos que quizás hagan del libro de reservas del Chelsea la enciclopedia de nombres más grandes de la cultura del siglo XX.
En el Chelsea no te preguntaban nada al subir, ni al bajar. No veían, no oían y se conformaban con tener la clientela más creativa, conflictiva y grande que puede albergar edificio alguno. Las anécdotas se suceden. Japlin deambulaba por los pasillos y se encontró con Cohen “¿buscas alguien?” pregunto él y ella respondió “sí, estoy buscando a Kris Kristofferson”, “jovencita estás de suerte soy yo”. Y la puerta de la habitación se cerró tras ellos. Warhol rodó allí Chelsea Girls y Eddy Sedgwick la chica “más” del momento y asidua al Chelsea, prendió fuego a su habitación. Arthur C. Clarke escribió 2001: A Space Odyssey y allí se escribió On the road. Era tanto lo que pasaba en las habitaciones como en el lobby. Hubo tras su cierre una homenaje de todos neoyorkinos por la desaparición de algo que todos reconocían como de la familia.
Escritores alcohólicos, artistas suicidas, trotskistas, drag queens, punk rockers -el Chelsea fue el hogar de todos ellos- y, del magnífico George Kleinsinger, compositor de la canción Tubby the Tuba, que transformó su cuarto en el hotel en una selva tropical, con 12 pies de árboles importados de Borneo y Madagascar y una colección de aves exóticas, un mono, una mofeta y una iguana de 5 pies. En su momento fue el edificio más alto de Nueva York, lo dirigía la excéntrica familia Bard, que hizo de él una especie de comuna en la que sin salir del hotel, solo con dar un paseo, te colocabas. El hotel originalmente comprendía 80 pisos, ocupados por artistas, escritores, funcionarios del gobierno y de viudas ricas, pero en 1995, después de ir a la quiebra, el Chelsea se convirtió en un hotel residencial y se dividió en más de 300 habitaciones y suites.
Según Arthur Miller de Gran Hotel no tenía nada, era como si estuvieras en Guatemala o en Queens si te asomabas por la puerta. Pero lo que el Chelsea le faltaba en servicios, estaba más que compensado en el carácter. Y además permitía casi todo y lo que es más insólito, no te echaba por no pagar. Gracias a ello se hizo con algunas piezas históricas. Ya no hay lugares ni personas así. Y es una lástima.
Fue protagonista de muchas canciones, entre ellas:
- “Hotel Chelsea Nights” de Ryan Adams del álbum Love Is Hell pt. 2 y Love Is Hell.
- “Chelsea Hotel #2” de Leonard Cohen del álbum New Skin for the Old Ceremony.
- “Sara” de Bob Dylan.
- “Chelsea Girl” de Nico.
- “Midnight in Chelsea” de Jon Bon Jovi.
- “Ghosts” de Lisa Bastoni.
- “Third Week in the Chelsea” de Jefferson Airplane.
- “We Will Fall” de The Stooges.
- “Like a Drug I Never Did Before” de Joey Ramone de los The Ramones.
- “Twenty-third Street” de Bill Morrissey.
- “Chelsea Burns” de Keren Ann.
- “Chelsea Hotel” de Lana Del Rey.