Imelda May: Cambiar es necesario, cantar es vivir
Imelda May en su estilo fue una reina, tuvo dos álbumes colocados en el Top 10 y llegaron a compararla con Billie Holiday.
Imelda May en su estilo fue una reina, tuvo dos álbumes colocados en el Top 10 y llegaron a compararla con Billie Holiday. Parecía salida de un anuncio; esperando a su chico para ir a bailar o tomar un burger. Ahora es otra, ha cambiado y aparece con una melena morena y larga que está más cerca de la “chanson”.
Ahora los fans de la impetuosa cantante irlandesa podrían no reconocerla inmediatamente, sin aquél dramático remolino de cabello con dos tonos de rubio y negro sobre su cabeza. Eso por fuera, por dentro su cabeza ha sufrido una ruptura amorosa de esas largas que parecen inacabables, así que también han cambiado sus ritmos y versos.
Su estilo le viene de la infancia. Fue criada en Dublín por una madre obsesionada con los musicales de Hollywood, dedicada a dirigir un grupo de teatro comunitario y su padre trabajaba como instructor de baile antes de convertirse en pintor y decorador. Ambos animaron alegremente las inclinaciones con ese look de otros tiempos. De ahí ese aspecto de fan fatale, casi salida de una película de David Lynch.
Sus temas son los del vivir. En su disco Life Love Flesh Blood narraba el final de su matrimonio que duró trece años. También se refiere a la maternidad; porque tiene una hija pequeña, y en el video de Should’ve Been You, trata el tema del empoderamiento femenino en el cada vez más tóxico país de trumpolandia.
Cambio de pareja y cambio de vida son cosas que parecen venir juntas. Ella lo refleja cantando a un amor que se termina y otro que comienza.
Nació en 1974 en Irlanda, es cantante y compositora, y toca el bodhrán, la guitarra, el bajo y la pandereta. Se crió en el barrio The Liberties en Dublín, y con 16 años ya estaba actuando con diversas bandas y músicos locales. En creó su propio grupo y lanzó su álbum No Turning Back. Con la confianza de tener una carrera por delante y acompañada de su marido, el guitarrista Darrel Higham, se mudo a Londres.
La aparición en un programa de música de la BBC le colocó en el panorama de la música de las islas. Colaboró y viajó con varios artistas después de su lanzamiento. Mayhem, su tercer álbum tuvo una nominación para el premio Choice Music. Confiesa que empezó con soul y blues pero se decantó por el rockabylly porque le costaba entender por qué una música tan influyente era rechazada. Y tiene razón, porque sin rockabilly nunca habríamos tenido punk, rock, rock progresivo, y la mayoría de las cosas que amamos hoy.
A May no le gustan las ataduras “amo la música, pero como artista, como creativa, debo crecer, expandirme y no ser complaciente”. “Quiero sentirme libre, divertirme, y seguir a mi corazón, por lo que aposté por el rockabilly”. Imelda May desea seguir a sus impulsos y no le importa si gana o pierde aficionados. Ser artista es inventarse siempre.
Al cambiar de ciudad para irse a Londres, su vida fue un catálogo de trabajos para subsistir. Su día a día parece sacado de una de los relatos de Lucia Berlín: camarera, dependienta en lavandería y empleada en residencias para ancianos. En fines de semana cantaba en locales y ahí daba disfrutaba de su pasión “me ganaba la vida con lo que amaba, era genial“, dice May. “Desde que era una adolescente había estado escribiendo canciones y trataba de cantarlas en bandas de otras personas, al no conseguirlo creé mi propia banda“.
El músico y presentador de TV británico Jools Holland fue su gran valedor. May ha actuado junto a leyendas como Lou Reed y Smokey Robinson y el gran guitarrista Jeff Beck hace su aparición en un LP suyo interpretando el excepcional Black Tears. Los grandes cambios son casi siempre obligados y nos hacen mucho bien. May ha cambiado la foto pero no su talento.