El amor es un vinilo, del que siempre se escucha más la cara A. Quizás porque la B siempre está oculta.

De Mina se escuchan las dos caras cuando se está enamorada, pero ¡ay!, en el desamor, la bella voz de Mina Mazzini nos resulta odiosa con su amore, amore, amore. Porque ya no escuchamos “espérame en el cielo corazón” lo que nos llega es “l’’importante è finire!”.

Mina es la cantante del amor, el aullido salvaje del sentimiento.

Toda diva tiene sus caprichos pero los de Mina no son el champán, las joyas o las flores, lo que a ella le gustaba es la desaparición. Y así en los años 70 abandona todos los escenarios y se encuentra en Lugano, ciudad suiza desde la que sin embargo, durante muchos años prosigue su increíble carrera.

Mina es parole, parole, parole más esa afirmación, un poco mentirosa, de te amo tanto como te odio y por eso eres grande, grande, grande. Las canciones de amor son contradictorias y las de desamor asesinas. Se mata cantando lo que fue, olvidando lo que pudo haber sido.

Mina tiene el corazón en su garganta y lo hace cantar, es única y oírla es pura magia. Mina es bella y tiene algunos de los mejores covers de la historia del disco, se presenta con barba si hace falta porque es mujer que se sabe bella.

La voz, estilo y plasticidad de Mina han hecho de ella todo un símbolo de la música, con mayúsculas. El hecho de que naciera en Cremona, Italia hizo que allá por los años 60 la apodaran “la Tigresa de Cremona”, de igual forma que a Tom Jones se le conocía como al “Tigre de Gales”. Es toda una estrella en Italia, venerada y admirada por multitud de fans en todo el mundo.

En 2001 se anunció que se iba a emitir por Internet un documental de la grabación de un disco suyo, el día de la emisión se colapsaron las redes, por el elevado número de accesos a la web desde la que se retransmitía.

Porque la música y sobre todo la de Mina, no canta otra cosa que las cuestiones eternas.

A sus 61 años casi susurrando lentamente va interpretando más que cantando temas como Oggi sono io, sigue poniéndome los pelos de punta. Otros de los más grandes cantantes del mundo ha reconocido sin envidia su prodigiosa voz y sus interpretaciones: “es la mejor cantante de raza blanca del planeta” (Louis Armstrong), “si no tuviera mi voz, querría tener la de una joven cantante italiana llamada Mina” (Sarah Vaughan). “Luciano Pavarotti siempre me hablaba de Mina. Creo que su voz es un gran regalo, un don natural inimitable, el reflejo del alma “(Celine Dion).

De clásicos de musicales, a canciones de Michael Jackson, o los Beatles, Frank Sinatra o Burt Bacharach ha dominado todos los estilos que la llevan a cantar desde un bolero, una bossa nova, una canción rock, un aria de ópera, o canciones de Alberto Cortez o Joan Manuel Serrat. Ha vendido más de 150 millones de discos y eso dice de ella que es tan variada como los amores y tan emocionante como cualquiera de ellos. Hasta se atreve con Piazolla y lo borda. Grande, grande, grande.