Susana Baca: El exorcismo de la memoria
Y desde allí canta al dolor que con el paso del tiempo siempre trastoca en melancolía.
Implacable promotora de la tradición afroperuana y heredera directa de la gran Chabuca Granda (fue su ayudante y vivió en su casa), Susana Baca es una de las voces femeninas que representan a ese Perú negro que aún canta por marineras. Baca traspasó las fronteras del continente con su versión de María Landó, cuando David Byrne grabó en su sello Luaka Bop la recopilación Afro Peruvian Classics.
Susana Baca habla desde su legítima herencia afroperuana. Y desde allí canta al dolor que con el paso del tiempo siempre trastoca en melancolía. La elegancia de la música de David Byrne han hecho de esta cantante y su música un refinamiento para exquisitos degustadores del llamado folklore.
La música peruana no acaba en El cóndor pasa, sino que posee la variación rítmica propia de la música africana; la herencia que han dejado los afro descendientes nacidos en América después de la conquista. Es una música que tiene cadencias. Los músicos no académicos dicen que una música quebrada. Desde joven escuchaba mucha música, era como una aspiradora, asegura Baca y añade que se iba emocionando a medida que escuchaba las canciones de Billie Holiday, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés o Mercedes Sosa.
Ahora dice emocionarse con Tom Waits.
En su casa limeña (en Chorrillos, un viejo barrio de pescadores), con una bella vista al océano Pacífico, de la que dice no quiere salir, grabó un disco producido por Craig Street y enriquecido (más allá de su excelente cuarteto de músicos peruanos, con las participaciones de John Medeski, Marc Ribot (Tom Waits) y Greg Cohen (Waits y John Zorn), más algún charango colado por el siempre travieso e inquieto Byrne.
“Traer el estudio de grabación a mi casa resultó interesante –sostiene Baca–. Fue como si nos hubiésemos ido de viaje. Cancelamos el teléfono, el timbre de casa y hasta el perro dejó de ladrar. Estuvimos como en un monasterio. Yo preparaba la comida, frijoles, ceviche, que Craig disfrutaba muchísimo. Así se pudo hacer un disco bonito.”
Dicen que antes que el folklore se llamara folklore ya los negros del Perú eran unos diestros músicos que tocaban y bailaban una forma de cortejo un poco subido de tono. Y decían, que era tan erótico que la decencia estaba prohibida en esa danza. Más tarde ese asedio amoroso fue planchado y esterilizado en los salones de la amanerada América. Ese fue un momento en el que la libertad se bailaba, para más tarde trocarse en canto doliente. Según Baca es necesario exorcizar el miedo porque cuando buscaba a los viejos artistas le respondían “no, esa era música de negro, del tiempo de los esclavos, yo no me acuerdo”. Como queriendo negar, borrar la historia, porque así les hicieron sentir.
Curiosamente, Susana Baca que dice haber tenido que dar muchas patadas en las puertas para hacerse oír, se ha convertido en la embajadora de su país y de su raza. Hasta tal punto que fue nombrada Ministra de Cultura por el presidente Humala, quizás para aprovechar la fama de la cantante. Y debía de ser así, puesto que su ministerio fue tan breve como una canción.
Los artistas hacen política -de la buena- con su arte.