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Hay parejas que terminan por parecerse: léase Yoko y JohnLaurie y Lou y algunas que más que almas gemelas terminan por parecer gemelos.

Annie Leibovitz

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Hay parejas que terminan por parecerse: léase Yoko y John, Laurie y Lou y algunas que más que almas gemelas terminan por parecer gemelos.

La inteligencia unida jamás será vencida, es un grito guerrillero que viene bien para explicar por qué dos personas se juntan, crecen y se desarrollan haciendo de su vida algo tan importante como su creatividad. Lou Reed y Laurie era un encuentro lógico, siendo los dos artistas, malditos, intelectuales, dados a todo tipo de experimentos, ella con sus instrumentos y el con otros de los que no se tocan, pero hacen que suenen en tu cabeza.

Decir que son dos de los genios del siglo XX es una obviedad pero las obviedades están para repetirse. Laurie ha construido una carrera única en su especie, que arrancó en los ambientes artísticos del SoHo de Nueva York; registró un giro cuando un tema de su debut Big Science (1982) alcanzó el número uno y continúa plácida con proyectos entre la performance y la narración; giras compartidas con Reed, cuya relación de más de dos décadas quedó sellada en 2008; porque los modernos muy modernos no tienen miedo del amor e incluso les apetece casarse después de llevar 20 años juntos.

Pero aquí hablamos de Laurie, que según ella dice necesitamos muchos archivos para recordar el pasado. Y sin embargo su arte siempre mira hacia delante, como en una especie de búsqueda y campaña tecnológica. También pintaba, sobre todo a su perro y cuando murió, ellos dos dieron en Australia un recital para perros, con gran éxito. Dice que se casaron porque ella nunca lo había hecho. Llamé a Lou y se lo comenté. Me dijo que lo de casarnos estaba en su mano. Me citó al día siguiente en Colorado y lo hicimos. Y eso fue todo.

Anderson con un single de 1981, O Superman, alcanzó el número dos en las listas británicas. En medio, mucha vanguardia neoyorquina, electrónica experimental, oscuridad poética y palabras habladas. Eso que los entendidos llaman spoken words. Dos personajes y mucho más, personas comprometidas, poetas que cantan a una ciudad repleta de zombies y enamorados en conflicto, mientras la basura de las calles parece pegarse a sus canciones.

Pero aquí hemos venido a hablar de Laurie que diría Umbral y su mundo está lleno de artilugios. Raros aparatos y demás botoncitos, con los que ella se contorsiona como si se tratara de un Stradivarius. En sus letras aparecen los temas recurrentes: la madre, la muerte, el absurdo, la identidad, lo surreal, los dislates de nuestra civilización, la condición femenina, la familia y la fantasía. Ella lo mezcla todo con una ironía cuidada sin que parezca militancia. Esa es Laurie y su capacidad de fascinar. Una artista sensible en permanente estado de vigilia, una hacedora de preguntas cuya intención no es encontrar respuestas sino nuevas preguntas. Y Laurie encontró a Superman. Por todo ello es otra de mi santoral.

 

Comentario

que maravilla de mujer y que precioso documento… hay personas que se completan y otras que lo intentamos a palo seco… pero esta entrada en tu blog, me da ánimos… gracias Glad Palm… un beso

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