Ha sido la única mujer de la historia que parecía desnuda quitándose un simple guante. Era humilde, de familia española, bailarina; se llamaba Margarita Carmen Cansino.

El abuelo de Margarita había sido una celebridad en el baile español – que llevó el bolero a las audiencias americanas – y fue él quien dio a Hayworth su primera lección de baile a los tres años. Su padre era un bailarín de origen sevillano, que emigró a Norteamérica junto a una hermana, con la que formó el grupo The Dancing Casinos. Triunfaron en Nueva York pero se separaron cuando Eduardo se trasladó con su mujer y sus hijos a California, para trabajar en el cine.

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Un día se fijó en lo crecida que estaba su pequeña Margarita y resucitó a The Dancing Casinos con ella. “No me hacía mucha gracia”, confesó ella más tarde, “pero no tuve el coraje de decírselo a mi padre y empecé a recibir clases. Ensayar, ensayar y ensayar, esa fue mi adolescencia”.

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Rita Hayworth tenía algo. Y por algo, me refiero a todo. Esta niña de Brooklyn, en las manos de su dominante padre, obligada a cambiar su nombre y su cabello para deshacerse de su molesta latinidad, tuvo la suerte de tener belleza y brío lo que unidas forman el carisma. Era hermosa, pero también lo son muchas estrellas clásicas de Hollywood. Lo diferente es el brillo en sus ojos, el garbo persistente de su andar y que cuando se la ve en pantalla, a su lado todo el mundo parece dormido.

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¿Cómo se puede des-latinizar una mujer hermosa? Primero hay que deshacerse de su pelo negro. También se sometió a una amplia electrólisis de la raíz del cabello y teñido de rojo llameante, emergió como Rita Hayworth.

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La contrató Columbia el estudio con menos estrellas propias y con el magnate –Harry Cohn– que se obsesionó con Rita y le hizo la vida imposible. Allí demostró su clase como bailarina con Fred Astaire y con Gene Kelly. Fue lanzada como símbolo sexual y se convirtió en “la diosa del amor” de los años cuarenta con Gilda. Le llamaban la “bomba erótica” y la película Gilda se guardó en el desierto en una caja de acero para que sobreviviera a una catástrofe nuclear.

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Además se colocó una foto de Gilda en la bomba atómica de prueba lanzada por Estados Unidos en las Islas Bikini. Rita, que era pacifista, se indignó profundamente.

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Cantando Put The Blame On Mame enfundada en el negro traje de satén, solo necesitó despojarse del guante. La película Gilda la hizo mundialmente famosa, en España fue considerada “gravemente peligrosa” por la Iglesia Católica, debido a la famosa escena. Después de Gilda, tuvo una crisis personal y declaró a la prensa una frase que se haría célebre: “Todos los hombres que he conocido se van a la cama con Gilda y despiertan conmigo”.

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“Nunca hubo una mujer como Gilda”, sostenía la publicidad del filme. Lo malo es que Margarita Cansino no se parecía en nada a Rita Hayworth y, menos aún, a sus personajes. Fue tímida, soportó las mayores vejaciones y acosos, y su vida fue un continuo abandono. Curiosamente la mujer más deseada por todos, era engañada por sus maridos que fueron cinco, porque temía a la soledad.

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Su primer marido Orson Welles, director de Ciudadano Kane se había enamorado al verla en una portada de Life en 1941. Rodaba en Brasil y proclamó a los cuatro vientos que al volver a Estados Unidos se iba a casar con ella, que ni siquiera conocía en persona. Rita se asustó al enterarse y creyó que querían gastarle una broma, ya que Welles tenía fama de genio y la actriz, en cambio, apenas había ido al colegio. Ella siempre declaró que fue su gran amor, cosa que no ocurrió por parte de Welles, y en sus memorias al saber que Rita dijo que sólo había conocido la felicidad a su lado, le contestó poniendo por título “si aquello fue felicidad…”

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Su boda con el príncipe Ali Kahn el 27 de mayo de 1949 fue como un cuento de hadas. A la ceremonia, que se celebró en Vallauris, en la costa azul francesa, cerca de Mónaco, asistieron siete príncipes, cuatro princesas, un maharajá, un emir y el gaikovar de Baroda. Era un sueño hecho realidad, el de la chica nacida en un hogar humilde del barrio neoyorkino de Brooklyn. El novio además de play-boy era el líder espiritual de miles de creyentes que todos los años le regalaban su peso en oro.

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La felicidad no pasó por su vida pese ser la mujer más deseada, le quitaron hasta lo bailado. Todos sus maridos se casaban con ella y le engañaban con otras. Fue sin duda una de las grandes actrices de Hollywood.

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