Lord Cobra y La Escuelita del Ritmo
Estamos felices. Los alumnos de La Escuelita del Ritmo son los protagonistas de Calypsonians, un documental sobre el ayer y hoy de una música de siempre.
Ya lo dice Abdiel Valdés, profesor de música de La Escuelita del Ritmo, en Portobelo, en el centro caribeño de Panamá, a uno de sus alumnos:
En la actualidad tan sólo quedan, si acaso, dos o tres calypsonians, o sea (músicos) originales. En Colón hay uno que se llama Ringing Bell, en Panamá está el profesor Leslie... Al morir ellos, el Calypso va a quedar huérfano. O sea, ¿qué es lo que estamos tratando de hacer nosotros? Que ustedes entiendan de donde sale el reggae. El reggae sale del Calypso.
En efecto. Del calypso nace el reggae, el ska, el rocksteady y la soca. Es un ritmo pausado y creole, pero que tiene un lado humano y testimonial, que es lo que muestra el director de cine Anghelo Taylor en su documental Calypsonians, narrado a partir de su experiencia personal. Son 70 minutos de una producción que nos lleva por el devenir de una cultura afro y en loa que, a mucho orgullo, los alumnos de La Escuelita del Ritmo son protagonistas.
El documental es tremendamente importante para nosotros, porque la Escuelita del Ritmo es una iniciativa de Alejandra Fierro Eleta, “Gladys Palmera”; una escuela de música y expresión artística y gratuita fundada en 2008. La Escuelita del Ritmo surgió con la finalidad de incentivar y fomentar la cultura y el arte a través de la enseñanza musical, permitiendo la educación para todos, sin distinción de sexo, religión o condición socioeconómica.
Por eso allí, bajo la batuta de un grupo de maestros, se realizan cursos gratuitos de percusión, guitarra, bajo, piano, coro, trompeta, saxofón, trombón, clarinete, flauta travesera, bajo de viento, violín, danza, e incluso cursos de luthier o fabricación de instrumentos. Y por eso, allí se enseña a preservar una cultura, a preservar el Calypso.
Es bastante posible que el mejor tratado sobre la historia de Panamá no sea un libro, sino una canción. Bueno, en realidad, un compendio de canciones, un ritmo, el Calypso, santo y seña de todo lo que ha tenido de alegre y de triste el transcurrir del Itsmo por el Siglo XX.
Pero el Calypso no nació en Panamá. Llegó con la construcción del ferrocarril y las obras del Canal de Panamá; aterrizó en decenas de vapores que llevaron a miles de jornaleros desde Barbados, Trinidad y Jamaica, y se convirtió en el canto de esperanza en medio de los interminables días de pico y pala bajo el calor y los mosquitos. El Calypso le cantó a la negritud.
Y construido el Canal, le siguió cantando, porque esta fuente de tradición oral ya se había arraigado bien adentro de Colón, Ciudad de Panamá y Bocas del Toro. Así surgieron sus estrellas o calypsonians: Lord Panamá, Lord Cobra, Lord Kon Tiki; y con la industria discográfica, el boom del Calypso, del que hoy, tristemente ya no queda mucho.
De manera que en el rastro argumental que propone Anghelo Taylor, dos chicos de La escuelita recuperar su identidad, y comienzan a ensayar para la gran gala de inauguración, donde se presentarán las nuevas generaciones de calypsonians. Es una muestra de la resistencia contra el olvido, o como decía Rubén Blades: Hoy te sugiero, mi hermano, pa’ que no vuelva a pasar, prohibido olvidar.
El documental de 70 minutos, cuenta con la participación de los últimos calypsonians de la edad de oro, Lord Panamá, Ringing Bell y The Mighty Sparrow, además de Yomira John y Los Rucumbé de La Escuelita del Ritmo.
Calypsonians supone el debut como director del Anghelo Taylor y fue producido por Accion The Panama Film Company, con coproducción de Telemetro y Supersonic. Tuvo, además, el apoyo del Instituto Nacional de Cultura, la Alcaldía de Panamá, Morelia LAB y la Fundación Bahía de Portobelo.